La aprobación de la Zona de Bajas Emisiones (ZBE) por parte del Ayuntamiento de San Fernando no supone un giro en la vida urbana, sino la confirmación de un modelo de ciudad que ya está en marcha desde hace años.

Con esta medida, el municipio responde al mandato de la Ley de Cambio Climático y Transición Energética, que exige a todas las ciudades de más de 50.000 habitantes delimitar estas áreas antes de final de año.
Pero a diferencia de otras localidades que ahora comienzan a adaptarse, San Fernando ya lleva tiempo transitando ese camino.
La transformación del centro urbano comenzó mucho antes de que la ley lo exigiera, con decisiones clave como la peatonalización de la calle Real tras la llegada del tranvía o la eliminación de vehículos en espacios emblemáticos como la Plaza del Rey y las calles adyacentes.
La regulación formal de la ZBE no cambia las reglas del juego; simplemente oficializa una realidad que los ciudadanos ya conocen y utilizan a diario.
El corazón urbano ya convive desde hace tiempo con restricciones de tráfico, plataformas únicas que priorizan al peatón y un diseño vial orientado a disminuir el protagonismo del coche.
No se trata, por tanto, de una transformación sobrevenida, sino de una evolución pausada que se ha cocido a fuego lento.
La calle Real, arteria central que durante décadas soportó buena parte del tráfico rodado, fue la primera gran sacrificada en favor de una ciudad más habitable.
Le siguieron la retirada de vehículos en el entorno del mercado central y en otras vías clave como Murillo, Larraz y Almirante Cervera.
Paralelamente, se redujeron plazas de aparcamiento en el centro histórico y se implementaron soluciones de accesibilidad y movilidad que priorizan al peatón.
Todo este esfuerzo ha desembocado en una realidad urbana donde el vehículo privado ha perdido centralidad. La aprobación formal de la ZBE llega, por tanto, como un paso más administrativo que urbanístico, en un camino trazado con anticipación.
De hecho, desde el Ayuntamiento se ha insistido en que no serán necesarias nuevas obras: la infraestructura urbana ya responde a los principios de sostenibilidad que fundamentan la nueva ordenanza.
La nueva ZBE de San Fernando abarcará fundamentalmente el centro urbano y el espacio comprendido en el Plan Especial de Protección y Reforma Interior del Casco Histórico (Peprich). Estas áreas estarán destinadas prioritariamente a los residentes.
El resto de vehículos, incluidos los destinados al transporte de mercancías o servicios, deberán circular por las vías perimetrales básicas y, en caso de necesidad de acceso al centro, hacer uso de los aparcamientos subterráneos o tácticos situados estratégicamente a la entrada de la ciudad.
Una de las particularidades del modelo es la consolidación de tres ejes viales, Ronda del Estero, León Herrero y Pery Junquera, como corredores exclusivos para vehículos con máxima eficiencia ecológica.
Se trata de arterias que, en la práctica, operarán como filtros medioambientales. A través de estas vías solo podrán circular vehículos con etiquetas 0 emisiones, ECO o C, excluyendo de forma progresiva a los turismos más antiguos, especialmente los gasolina anteriores a 2001 y los diésel matriculados antes de 2006.
Este nuevo esquema de movilidad se implementará en dos fases claramente diferenciadas. La primera, que abarcará todo el primer año de aplicación, será un período transitorio.
Entre las 8:00 y las 20:00 no se aplicará ninguna restricción, permitiendo que todos los vehículos circulen libremente.
Sin embargo, desde las 20:00 hasta las 8:00, solo podrán acceder al centro aquellos que cuenten con distintivo ambiental 0, ECO o C. Quedarán excluidos, por tanto, los vehículos con etiqueta B o sin distintivo.
La segunda fase entrará en vigor a partir del segundo año y supondrá un endurecimiento de los horarios de restricción.
En este caso, el tramo horario libre se reducirá a las horas de la mañana: entre las 8:00 y las 15:00. Desde esa hora y hasta las 8:00 del día siguiente, solo podrán circular vehículos con clasificación ambiental favorable.
Esta medida, aunque más estricta, se presenta como una evolución lógica del modelo, sin sobresaltos ni cambios drásticos.
Uno de los factores que refuerzan la viabilidad de la ZBE en San Fernando es su red de transporte público, que combina autobuses urbanos, tranvía y conexiones ferroviarias de cercanías.
Esta infraestructura, unida a la configuración geográfica de la ciudad —con corrientes marinas que favorecen la ventilación natural, ha hecho posible que San Fernando ostente un reconocimiento singular: ser la ciudad con el aire más limpio de España, según la Agencia Europea de Medio Ambiente.
Este dato, más allá del mérito simbólico, valida la eficacia de las políticas urbanas impulsadas por el Ayuntamiento.
La implementación de la ZBE no ha sido impuesta de forma unilateral. Desde el consistorio se ha trabajado en coordinación con federaciones vecinales, asociaciones de comerciantes, hosteleros y colectivos profesionales, como el sector del taxi.
El objetivo ha sido garantizar una transición fluida, sin confrontación, y con la implicación activa de los agentes sociales que más directamente conviven con la movilidad urbana. Tampoco es una medida que pretenda ser neutral desde el punto de vista económico.
La recuperación del espacio público para el peatón y la mejora del entorno urbano buscan también potenciar el comercio de proximidad y atraer nuevas dinámicas de consumo y ocio al centro histórico. Una ciudad más paseable, más limpia y más segura no solo es más habitable, también es más rentable en términos sociales y económicos.
En este sentido, la reciente ampliación de la avenida Pery Junquera, cuya segunda fase de obras ya está en marcha, responde a esta misma lógica de ciudad accesible.
El desdoble de esta vía no solo mejora los accesos, sino que se alinea con una estrategia de movilidad que permite compatibilizar la sostenibilidad con la funcionalidad urbana.
En resumen, San Fernando no improvisa su transición ecológica: la administra. La regulación formal de su Zona de Bajas Emisiones no es una respuesta reactiva, sino la culminación de un proyecto urbano que lleva años en marcha.
La ciudad no solo cumple con la ley: reafirma un modelo que, sin grandes estridencias, ha logrado situarla a la vanguardia de la calidad ambiental en España.
El desafío no es empezar, sino perseverar. Y San Fernando, por lo visto, ya ha recorrido medio camino.
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