Zaragoza ha activado su Zona de Bajas Emisiones (ZBE), sumándose así a las grandes ciudades españolas que han comenzado a aplicar restricciones de tráfico para combatir la contaminación urbana.

Pero a diferencia de Madrid o Barcelona, el modelo zaragozano se presenta con una estructura mucho más flexible, permitiendo el acceso a una amplia mayoría de vehículos y contemplando una larga lista de excepciones que suavizan la norma.
Aun así, a partir del 12 de diciembre de 2025, las restricciones pasarán de ser informativas a sancionadoras, introduciendo multas que podrán alcanzar los 200 euros.
La normativa afecta directamente al Casco Histórico de la ciudad. El perímetro inicial está delimitado por las calles San Vicente de Paúl, Coso, Conde Aranda, Mayoral y Echegaray y Caballero.
No se trata de una medida aislada, sino de una respuesta directa a la Ley de Cambio Climático, que obliga a todas las ciudades de más de 50.000 habitantes a implementar este tipo de zonas para reducir la huella de carbono. Zaragoza, con esta medida, pretende optar también a ayudas estatales vinculadas a la movilidad sostenible.
Desde el 11 de septiembre, el Ayuntamiento ha puesto en marcha un registro específico para que aquellos vehículos sin etiqueta ambiental de la Dirección General de Tráfico puedan gestionar su acceso a la ZBE.
No se trata de un permiso automático, sino de una autorización que permite entrar hasta ocho veces al mes, solo de lunes a viernes y dentro del horario de funcionamiento de la zona, que va desde las 7:00 hasta las 20:00 horas. Los fines de semana y festivos, en cambio, las restricciones no se aplican.
Los vehículos que cuentan con distintivo ambiental –las etiquetas Cero, ECO, C y B– no tendrán problema para circular.
Esto incluye a los turismos de gasolina matriculados desde el año 2000 y a los diésel desde 2006, así como a las motos que cumplan con los mismos criterios.
Aunque algunos de estos vehículos son considerados contaminantes por su tecnología, el Ayuntamiento ha optado por permitir su acceso, argumentando que representan la mayoría del parque móvil actual.
Los que sí enfrentan obstáculos son los coches más antiguos, que no tienen derecho a distintivo ambiental. Sin embargo, la normativa incluye múltiples exenciones que amplían notablemente las posibilidades de circulación, incluso para estos vehículos.
Podrán acceder sin sanción aquellos que transporten personas con movilidad reducida debidamente acreditada, los residentes dentro del perímetro, quienes dispongan de garaje en la zona, y los vehículos asignados a negocios con actividad comercial en el interior de la ZBE.
También están exentos de las restricciones los vehículos de servicios de emergencia y esenciales, desde ambulancias y coches policiales hasta aquellos destinados al mantenimiento de servicios públicos como la limpieza, el alumbrado o el control de semáforos.
Otros grupos con vía libre son los taxis adaptados, los vehículos con matrícula extranjera, los históricos y los que transportan personas enfermas, siempre que puedan justificarlo adecuadamente.
A esto se suman categorías específicas como los vehículos de servicio singular, que incluyen autoescuelas, grúas, emisoras de radio y televisión, talleres móviles, bibliotecas y tiendas ambulantes, entre otros y aquellos asociados a plazas de estacionamiento municipales para residentes.
Los clientes de hoteles ubicados dentro del perímetro también podrán acceder si sus reservas están registradas en un sistema conectado con el control de acceso.
El control del cumplimiento de esta normativa se hará en dos fases. En primer lugar, será la Policía Local quien vigile manualmente el tránsito dentro del perímetro.
Más adelante, cuando se adjudique la nueva zona de estacionamiento regulado, se instalarán cámaras en los accesos que leerán las matrículas y cruzarán los datos con el registro de autorizaciones. Si un coche sin etiqueta accede sin permiso, la multa será automática.
El sistema de sanciones incluye diferentes niveles: una infracción leve por circular sin distintivo ambiental o no estar registrado se castigará con 36 euros, mientras que las entradas sin autorización específica pueden alcanzar los 200 euros. La ciudad, así, da un paso importante hacia la vigilancia tecnológica de la movilidad urbana.
A pesar de todo esto, Zaragoza se desmarca del enfoque más restrictivo que han adoptado otras capitales. Mientras que en Madrid solo pueden acceder libremente los vehículos eléctricos e híbridos, Zaragoza permitirá la circulación a un espectro mucho más amplio de coches.
Esta medida, según los expertos, reduce de forma significativa el impacto inmediato sobre la ciudadanía, al tiempo que mantiene el objetivo medioambiental de mejorar la calidad del aire.
Además, se prevé que el perímetro actual no será permanente. Ya se ha anunciado que para el año 2030 se ampliará hasta llegar a Plaza Paraíso, lo que implicará una nueva reorganización del tráfico y un endurecimiento progresivo de las restricciones.
La implementación de esta medida ha sido diseñada para tener un efecto gradual. Primero se informa, luego se da margen para adaptarse, y finalmente se sanciona.
Esta estrategia pretende evitar un colapso de la movilidad y facilitar la transición hacia un modelo de transporte más limpio.
Por ahora, la mayoría de los zaragozanos podrán seguir circulando por el centro, pero el mensaje es claro: el futuro de la movilidad pasa por reducir las emisiones y dejar atrás los motores más contaminantes.
Aunque la lista de excepciones es extensa y muchos vehículos seguirán teniendo acceso, el Ayuntamiento de Zaragoza quiere marcar un rumbo: se trata de avanzar hacia una ciudad más sostenible, aunque sin provocar un choque frontal con la realidad del parque automovilístico actual.
La ZBE no será una barrera infranqueable para la mayoría, pero sí una advertencia firme sobre lo que vendrá en los próximos años.
Esta primera fase servirá como prueba de fuego. En juego están tanto la calidad del aire que respiran los zaragozanos como la capacidad del Consistorio para gestionar una transición que se anticipa larga y compleja.
La ciudad ha empezado a moverse. La pregunta es si sus ciudadanos están listos para adaptarse al nuevo escenario que se despliega en las calles del Casco Histórico.



