¿Los coches históricos pueden entrar en las zonas de bajas emisiones?

Una de las preguntas y dudas que se hacen los propietarios de vehículos históricos es si pueden entrar en las zonas de bajas emisiones.

Las Zonas de Bajas Emisiones han irrumpido con fuerza en la movilidad urbana española, marcando una línea divisoria entre los vehículos que pueden circular y aquellos que quedan relegados a la periferia o al olvido.

Desde principios de 2023, las ciudades españolas con más de 50.000 habitantes, así como ciertos territorios insulares y municipios más pequeños con problemas de calidad del aire, están obligadas a delimitar estas zonas restringidas.

La intención es clara: reducir la contaminación y avanzar hacia un modelo de transporte más sostenible. Sin embargo, esta medida ha desatado un debate que va mucho más allá de la eficiencia ambiental.

¿Qué ocurre con los coches históricos?. ¿Deben quedar también excluidos de las ciudades?. La respuesta no es tan simple y, de hecho, está en plena transformación gracias al nuevo Reglamento de Vehículos Históricos que la DGT está preparando para entrar en vigor este mismo año.

El escenario actual es conocido. Los vehículos más antiguos, aquellos que no disponen de etiqueta ambiental de la DGT, han sido hasta ahora los más castigados por las restricciones de las ZBE.

Madrid, Barcelona y Sevilla son ejemplos de ciudades donde estos coches no tienen prácticamente cabida, quedando prohibidos en la mayoría de sus calles.

Esta política ha sido defendida por las autoridades como necesaria para proteger la salud pública y reducir las emisiones contaminantes, pero también ha generado la indignación de miles de propietarios de coches clásicos que veían cómo sus vehículos quedaban injustamente demonizados sin tener en cuenta sus particularidades.

El nuevo Reglamento de Vehículos Históricos que está preparando la DGT introduce un giro relevante. Este texto reconoce la singularidad de los vehículos históricos y propone permitir su acceso y circulación por las Zonas de Bajas Emisiones, siempre que cumplan con los requisitos para ser clasificados como tales.

El argumento que sostiene esta decisión es contundente y se apoya en datos sólidos proporcionados por la Federación Española de Vehículos Históricos. Según sus estudios, el 61% de los coches históricos registrados en España circulan menos de veinte días al año.

Además, un 80% de sus propietarios apenas los utilizan más de treinta días en total. Este uso esporádico convierte a los coches históricos en actores residuales desde el punto de vista de la contaminación urbana.

No pueden ser considerados responsables de la mala calidad del aire, y mucho menos se les puede achacar un impacto comparable al de los vehículos que circulan a diario.

Francisco Marcos, director técnico de la Federación Española de Vehículos Históricos, lo defiende con claridad. Según sus propias palabras, los vehículos históricos no contribuyen significativamente a la contaminación atmosférica en las ciudades, sus propietarios los usan de forma ocasional y, además, estos coches constituyen un atractivo turístico que debe ser protegido.

No solo representan un patrimonio cultural y tecnológico, sino que también generan riqueza, interés y actividad en sectores muy concretos como el de los talleres especializados, los eventos de motor clásico o el propio turismo vinculado a exposiciones y concentraciones.

El reglamento que la DGT pondrá en marcha no solo abre la puerta a la circulación de estos coches en las ZBE, sino que también simplifica el proceso para que un vehículo pueda ser matriculado como histórico.

La nueva normativa diferencia dos grandes categorías de coches históricos. Por un lado, están aquellos que cuentan con más de treinta años de antigüedad, que han circulado legalmente por España y que no han sido modificados, es decir, que conservan su configuración original.

Para estos vehículos, el proceso será mucho más sencillo. Bastará con que el propietario presente una declaración responsable en la que confirme que el coche cumple con los requisitos exigidos, además de tener la ITV y el seguro en vigor. También deberá solicitar un duplicado del permiso de circulación para que el vehículo sea oficialmente considerado histórico.

En el otro extremo están los coches que no cumplen con estos requisitos previos, ya sea porque se trata de vehículos importados o porque llevan mucho tiempo fuera de circulación.

En estos casos, el trámite será algo más complejo, ya que se exigirá un informe específico de los Servicios Técnicos de Vehículos Históricos. Este informe evaluará si el coche está en condiciones de circular y si respeta las características que permiten su clasificación como histórico. Además, en algunos casos será necesario establecer limitaciones concretas sobre cómo y dónde pueden circular estos vehículos, atendiendo a su estado técnico y a su nivel de equipamiento.

Esta diferenciación entre tipos de vehículos históricos ha generado cierto malestar entre algunos propietarios. Mientras que unos celebran que, al fin, se reconozca la especificidad de estos coches y se les permita circular por las ZBE sin quedar excluidos, otros consideran que se está introduciendo una burocracia innecesaria que podría convertirse en una traba para muchos aficionados.

En especial, el proceso que afecta a los vehículos importados o que no se conservan en estado completamente original puede derivar en restricciones poco claras o incluso arbitrarias, dependiendo de la interpretación que hagan los servicios técnicos de cada caso.

Tampoco faltan voces que cuestionan la equidad del sistema. Mientras que los vehículos históricos podrán circular sin restricciones, otros coches relativamente nuevos, pero sin etiqueta ambiental, seguirán vetados.

Esto plantea una paradoja: un coche fabricado hace cuarenta años podrá acceder al centro de Madrid, mientras que otro de hace veinte, que tal vez contamine menos, tendrá prohibido el paso. Esta asimetría ya está generando cierto debate social sobre hasta qué punto las normativas de movilidad priorizan criterios técnicos o simplemente persiguen objetivos simbólicos.

Desde algunas plataformas medioambientales se plantea otra cuestión incómoda: aunque los coches históricos apenas circulan, sus emisiones no son despreciables y, en términos relativos, pueden resultar más contaminantes que las de un coche moderno. Aunque su uso sea limitado, su paso por las ciudades no es neutro.

Este matiz alimenta una discusión más amplia sobre si la sostenibilidad debe ser un principio absoluto o si pueden aceptarse excepciones que respondan a valores culturales, sociales o históricos.

En cualquier caso, la entrada en vigor del nuevo reglamento parece inminente. Los ayuntamientos, que tendrán que adaptar sus normativas locales para incorporar estas excepciones, ya están trabajando en la implantación de los procedimientos. Madrid y Barcelona, por ejemplo, ya aceptan solicitudes de matriculación histórica bajo las nuevas condiciones.

No obstante, todavía queda pendiente establecer mecanismos de reconocimiento mutuo entre ciudades, algo que preocupa especialmente a los propietarios que participan en eventos itinerantes o concentraciones en distintos puntos de la geografía española.

Se espera que la DGT cree una base de datos unificada y accesible que permita verificar de manera rápida la condición de histórico de cualquier vehículo, independientemente de la ciudad donde esté registrado.

Otro de los aspectos que está generando inquietud es el coste que puede tener para los propietarios este proceso. Si bien la declaración responsable es un trámite relativamente sencillo y económico, el informe técnico requerido para algunos coches podría suponer un desembolso considerable, especialmente si se trata de vehículos que necesitan trabajos de restauración o que presentan dudas sobre su autenticidad.

Además, será fundamental aclarar cuáles serán las sanciones en caso de que un vehículo histórico incumpla las condiciones de uso o circule con mayor frecuencia de la permitida.

El nuevo reglamento abre una ventana de esperanza para los amantes de los coches clásicos, pero también plantea nuevas preguntas sobre el equilibrio entre protección ambiental y preservación del patrimonio automovilístico.

Se trata de un terreno donde confluyen la pasión, la normativa y el sentido común. Habrá quien celebre que los clásicos vuelvan a circular por las ciudades, pero también habrá quien lo vea como una cesión injustificada.

Lo cierto es que este cambio afectará a miles de aficionados y pondrá sobre la mesa la importancia de definir qué papel queremos que ocupen los vehículos históricos en las ciudades del futuro.

Etiqueta: Noticias ZBE

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